Discurso del embajador en la clausura del Forbes Summit Reinventing Spain [fr]
El embajador de Francia en España, Jean-Michel Casa, pronunció el discurso de clausura del Forbes Summit Reinventing Spain, en el museo Reina Sofía de Madrid, el 12 de diciembre de 2019.
Credito fotos : ©JavierCarbajal
Estimado Señor Andrés Rodríguez, editor de Forbes España,
Señoras y Señores,
En este fin de año, resulta oportuno hacer un balance y abrir nuevas perspectivas para el futuro. Este ejercicio, que han llevado a cabo toda la mañana, es muy necesario ahora que Europa, de la cual España es uno de los países impulsores, vive una nueva etapa, con la llegada de un nuevo equipo de dirigentes, en el Consejo Europeo, en la Comisión, en el Parlamento, en el Banco Central. Me gustaría por tanto culminar su labor ampliando el horizonte: reinventemos España, en una Europa que también debe reinventarse. Y brindando una orientación europea – y europeísta – a mis palabras, me ciño a mi convicción de que nuestras naciones, España, Francia, sólo pueden reinventarse a través del proyecto europeo. Mi carrera en la diplomacia francesa podría resumirse a esta convicción.
De hecho, esta carrera la empecé en España. A principios de los años ochenta, trabajé durante un año, en prácticas, en la Embajada de Francia en Madrid. Esta experiencia fue decisiva para el resto de mi orientación profesional. Fue aquella estancia en España la que me alentó a dedicar mi vida a la diplomacia. Por tanto, es para mí una gran alegría poder compartir con ustedes lo que he podido analizar, como observador amigo de España, desde hace más de 35 años. Por ello, quisiera dar las gracias a Forbes Summit. A lo largo de mi carrera, jamás dejé de interesarme por España, por su actualidad política, económica y cultural. Me mantuve informado desde París, y en particular desde la perspectiva de Asuntos Europeos, desde Bruselas, así como desde América Latina, e incluso desde Portugal.
Cualquier análisis sobre España, y el lugar que ocupa en Europa, debe empezar por un breve repaso de su historia. ¡Que recorrido más impresionante! España se integró al proyecto europeo y vivió una profunda transformación económica y política. El PIB por habitante se ha multiplicado por tres y medio entre mil novecientos ochenta y cinco y dos mil diecinueve. España tiene ahora campeones europeos en numerosos sectores. Desde el punto de vista político, España se ha convertido en un peso pesado de la construcción europea. Tras diez años de diplomacia europea, dirigida por el español Javier Solana, vuelve a ser uno de sus compatriotas quien se convierte en Alto representante de la Unión para la política exterior. Josep Borrell también pondrá de manifiesto -estamos todos convencidos de ello- la calidad de la tradición diplomática de España. El peso político de España en Europa se ve respaldado por un alto índice de adhesión: el ochenta y dos % de los españoles se considera ciudadano europeo.
En los años ochenta, ya tuve la certeza de que España seguiría transformándose profundamente y que sería, más que nunca, una gran nación. Durante esos años ochenta en los que España reinventaba su democracia, también vivía una auténtica efervescencia cultural, que iba unida a la modernización económica y social del país. Yo vivía en el centro de Madrid, en el Madrid de la Movida. Iba a tomar el pulso de la vida intelectual española en el Café Comercial, o en otros cafés de Madrid, bastante a menudo. Pude observar una vida cultural intensa. España estaba en la vanguardia. España volvía a conquistar, en el mejor sentido de la palabra. Conquistaba en el ámbito de las ideas y de la innovación
Este camino recorrido no hubiera sido posible sin Europa. Son su adhesión a la Comunidad Europea y los vínculos forjados con los socios europeos que permitieron a España llegar a donde se encuentra hoy. Tomemos como ejemplo los estrechos vínculos que se han ido creando entre nuestros dos países. Los intercambios comerciales entre Francia y España alcanzan los setenta mil millones de euros: un importe superior al del comercio de España con todo el continente americano, ¡desde Alaska hasta la Tierra del Fuego! Las empresas francesas crearon cerca de dos mil sucursales, lo que hace de Francia uno de los principales inversores en España. Emplean a cerca de trescientas mil personas en todos los ámbitos.
Francia y España son socios privilegiados en el ámbito educativo, universitario y cultural. Con veintitrés “Alliances françaises”, seis “Instituts français”, veintidós centros de enseñanza franceses y un prestigioso centro de intercambios artísticos y científicos como la Casa de Velázquez, Francia mantiene en España una de sus mayores redes culturales en Europa y en el mundo.
Estos intercambios hispano-franceses son, ante todo, intercambios humanos. Doscientos cincuenta mil españoles residen en Francia (¡y cuántos millones de hispano-franceses o descendientes de españoles, en particular de los exiliados republicanos de mil novecientos treinta y nueve!), y más de doscientos mil franceses han elegido vivir en España. En cuanto a los que sólo están de visita, ya sea por ocio o por trabajo, cada año son más numerosos. Las líneas aéreas entre nuestros dos países se detienen en catorce ciudades francesas. Francia es el primer destino de los españoles en cuanto a turismo de ocio se refiere. Todos estos vínculos son de inmenso valor para conocernos mejor y contribuyen también al éxito de la construcción europea.
Por tanto, el mensaje que quiero transmitir esta mañana es bien claro. Es gracias a los vínculos que España ha ido creando con sus vecinos que vuelve a ser una nación fuerte, dinámica y atractiva. Y por eso quiero mantener un discurso muy firme respecto de aquellos que soñarían con una separación. Creer en la independencia – quiero decir en “micro-independencias” – es un mito y un grave error. No somos independientes los unos de los otros. Al contrario, todos somos interdependientes. Y cuanto más interdependientes seamos, más fuertes seremos, con una identidad potente y una verdadera proyección. Ha sido gracias a los vínculos de interdependencia, creados a lo largo de las últimas décadas, que España se ha afianzado como gran nación europea y gran nación mundial. Ninguna región tendría algo que ganar con la independencia, al contrario.
De ahora en adelante, miremos hacia el futuro.
Debo reconocer que desde que llegué a Madrid, como Embajador, el pasado mes de mayo, me he dado cuenta de que los españoles a veces dudan. España, que transmite una imagen tan orgullosa y conquistadora en todo el mundo, también se enfrenta a interrogantes sobre su potencial, sobre su futuro, pero también sobre su identidad. Para mí, esto es consecuencia de los numerosos desafíos que tiene que superar. Pienso en las desigualdades, no sólo económicas, sino que también territoriales, a los desafíos que representan la tecnología digital y la transición ecológica. Como pueden ver, todos estos retos son comunes a los Estados miembros de la Unión Europea. Por tanto, la respuesta será necesariamente europea.
Frente a estas turbulencias, los Estados miembros pueden optar entre encerrarse en sí mismos o trabajar por una renovación profunda de la Unión Europea. Tanto Francia como España han optado por la segunda. Es por ello que, en los próximos años, la relación entre nuestros dos países se irá reforzando. Trabajaremos juntos en la consolidación de la Unión Europea, lo que significa más soberanía y más autonomía para decidir. La Unión debe actuar no sólo en el ámbito político, sino que también en el ámbito de la economía o de la seguridad. No podemos desatender ninguno de estos asuntos. Debemos tanto seguir con los recientes progresos de la Europa de la defensa, como garantizar una movilidad de los jóvenes más eficiente y proporcionar a Europa una política ambiciosa sobre los retos culturales. Entremos en detalles en los asuntos que más les interesan.
La cooperación económica ha constituido el vínculo original de la construcción europea. Trabajar en la potenciación de nuestro espacio económico es dar fuerza a nuestra organización al mismo tiempo que se mejora el bienestar de nuestros ciudadanos. Es con ese espíritu que se estableció la política agrícola común en los años sesenta del siglo pasado. Es lo que nos lleva a negociar juntos para que se mantenga un presupuesto importante para esta política agrícola independiente, mas “vierde” también, cuya estrategia se renovará el año que viene.
El fortalecimiento de la Unión Económica y Monetaria es un objetivo prioritario para Francia y España. Nuestra gran coincidencia de posturas en cuanto a la garantía de depósitos o en cuanto a la creación de un mecanismo para la estabilidad de la zona euro es una ventaja. Además, nuestros dos países son precursores en el ámbito de fiscalidad digital.
Y la construcción de la soberanía europea no puede eludir la tecnología digital. De hecho, ¿cómo sería nuestra soberanía si el mundo digital, que es cada día más importante, aplicase normas y defendiese valores que se imponen desde otros lugares? El ministro francés para Europa y de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian, hizo un llamamiento en Praga, el pasado seis de diciembre, para que construyamos juntos la soberanía digital. Para ello, tenemos que cumplir cuatro puntos: aumentar la seguridad del ciberespacio, ganar la batalla de la innovación, potenciar nuestro papel de potencia normativa y proteger nuestros bienes comunes, las infraestructuras digitales.
Los movimientos migratorios, por un lado, y la lucha contra el terrorismo, por otro, son retos europeos, en los que Francia y España están en primera línea. Sólo podremos superar estos retos si encontramos un equilibrio adecuado entre el principio de responsabilidad y el principio de solidaridad de todos los Estados miembros. La cooperación entre Francia y España sobre estos asuntos es ejemplar y puede servir de modelo.
Una Europa más fuerte también nos permitirá adaptarnos a los grandes desafíos del mundo contemporáneo, como el cambio climático. El proyecto «pacto verde por el clima», que anunció ayer la Comisión Europea, demuestra que, juntos, somos más ambiciosos. Dense cuenta: un billón de euros en inversiones a diez años, así como una primera ley europea sobre el clima, para que los avances sean irreversibles. Esto, sí, que es una respuesta europea a las grandes expectativas que se expresan a pocos kilómetros de aquí, en el IFEMA, con motivo de la COP25, la cumbre mundial del clima.
A este respecto, no podemos sino elogiar la destreza organizativa, el brío, de los españoles que aceptaron acoger este evento mundial hace tan sólo un mes. ¿No demuestra acaso la gran agilidad y una auténtica pericia de este país? Estimados amigos españoles, ¡el éxito de la COP 25 es la mejor publicidad que se le pueda dar a España!
Este es el talento español que necesita Europa. España necesita a Europa tanto como Europa necesita a España. En resumen: todos debemos reinventarnos y debemos hacerlo de forma que haya más interdependencia. La lección que se desprende, a mi juicio, tras más de treinta y cinco años de compañerismo con España, puede resumirse en pocas palabras: modernizándose, abriéndose al mundo, y compartiendo, antes que nada, su destino con el continente europeo, España ha vuelto a ser ella misma. Por tanto, es reinventándonos juntos que seremos más que nunca españoles, franceses, europeos.
Muchas gracias./.
(Sólo es válido lo pronunciado)